lunes, 27 de febrero de 2012

Amigos a Escondidas

No estoy pasando por un gran momento. ¿Qué me anda pasando? Algunos lo sospechan y pocos lo saben, pero todavía menos lo entienden. Está bien, porque así quiero que sea. Trato de mantener la frente en alto porque no me gusta preocupar a nadie, y es muy importante para mí que las personas a las que confío cómo me siento, sepan cuánto significan en mi vida, ya que no se lo confío a cualquiera. Más allá de mis motivos, el hecho es que, por más pilas que intente poner, me está costando sonreír.

Todo recuerdo forma parte de uno y representa algo aprendido, crecimiento, madurez. Quien busca olvidar, busca perder parte de sí mismo, como consecuencia de no reconocerse capaz para enfrentar la maravillosa realidad que le toca vivir. Es por eso, entre otras razones, que intento no olvidar. Me regocijo al guardar en lugares escondidos de mi mente esas situaciones que me han ido formando, ya sea con puños cerrados o con manos estrechadas.

Hoy, mientras andaba en la bici camino a la facultad, iba serio, pensando en todas las personas que me preocupan, que me duele ver con dolor, o que buscan erróneamente la felicidad donde no puede encontrarse. De repente, una ráfaga de viento (en contra, por supuesto) sacudió unos cuantos árboles y un montón de hojas se me vinieron encima. No sé bien por qué, pero lo encontré fascinante. En un segundo, se me pasaron por la cabeza unos cien rostros de personas que no veo desde hace mucho tiempo, e incluso personas que vi una sola vez en mi vida. Unas me animaban a levantarme, mientras otras preferían patearme en el suelo. ¿Por qué habría de recordarlas? Supongo que si hay personas que saben amar, y personas que prefieren odiar, las primeras no tienen precio por su capacidad de asombrar, mientras las últimas valen la pena por ser personas y también tienen mucho para dar, si tan solo se atreven a descubrir su potencial. Sin quererlo, y sin darme cuenta, sonreí al repasar nuevamente todas aquellas imágenes.

Me quedé pensando en las hojas. Eran, claro está, hojas de otoño, hojas secas. ¿Por qué me susurraron junto al viento esos recuerdos? Será quizás que el otoño no es tan frío, que si bien la primavera se siente más fresca, esta curiosa estación en la que nos encontramos sabe mostrar colores que aquella no, y puede sacudir nuestra vida en un abrir y cerrar de ojos. Así son todas esas personas que pasaron y/o pasan hoy por mi vida. Sin saberlo, su presencia significó tanto que nunca pudieron escaparse de mí. De alguna forma, con una mirada (dulce o de odio), una palabra, una sonrisa, una puteada, un llanto, un silencio, o lo que sea, me enseñaron algo que, aunque quisiera, no puedo olvidar. Porque incluso cuando de a ratos creemos olvidar algún recuerdo, un día como cualquier otro puede aparecer para atacarnos desprevenidos y decirnos:

''¡Ajá! Pensaste que me habías perdido para siempre, ¿no? Pues lamento decirte que estoy metido a flor de piel, y depende de vos que yo sea espina o miel.''

Me di cuenta, de repente, que si yo puedo ver aquellos rostros por momentos, entonces quizás otros puedan recordar el mío. Una idea perfecta se me cruzó por la cabeza: ''amigos a escondidas''. Así es, todas esas personas resultan ser mis amigos. ¿Cómo es eso? Pues muy sencillo: me hacen quien soy. Quieran ellos o no, cuando se me plazca puedo acordarme de cuando reímos juntos a carcajadas. O cuando se nos llenaron juntos los ojos de lágrimas. O aquella vez que desde lejos nos vimos y corrimos para darnos un abrazo. O a lo mejor ese día en que sin razón se enojaron tanto y pensé: ''Mierda que duele verlo así. Cuánto lo quiero''. Y ellos jamás se enteran.

Pero una amistad se entabla entre dos personas, ¿verdad? La reciprocidad de estas extrañas relaciones radica en que un buen día podemos poner en práctica lo que nos enseñaron, y así los hacemos presentes en nosotros, volviendo a ese encuentro que tuvimos alguna vez. La frutillita del postre está en que existe la posibilidad de que otro buen día vuelvan a aparecer como por arte de magia, y nos toque a nosotros regresarles el favor. ''Amigos a escondidas'' es un término perfecto ya que ellos no tienen por qué enterarse del bien que ansiamos, les deseamos o finalmente devolvemos. Realizar una buena acción sin obtener reconocimiento ni recompensa es la caridad en su máxima expresión, y así, más que nunca, resultan ser verdadera luz en nuestra vida, porque nos hacen mejores personas.

Quizás, y no digo que sea así, del mismo modo que yo tengo la fantástica oportunidad de atesorar a todas esas personas, alguien allá afuera que piense en mi, me recuerde con cariño. A lo mejor, vos y yo somos amigos a escondidas. Por lo tanto, si particularmente me gusta recordar rostros con sonrisas, no tengo motivos para negarle la misma dicha a los demás. No me parece tarea fácil, pero creo que es lo mejor, y cuánto más vale un sacrificio, que cualquier otra acción.

Hay recuerdos que brotan día a día, y otros que saben aparecer en el momento justo; hay algunos que atesoramos casi más que a ninguna otra cosa, y muchos que ni sabíamos que existían, pero no dejan de sorprender; unos cuantos son de saber popular, y muchos son tan personales que sólo animan a asomarse frente a uno o dos corazones. Hay recuerdos felices, tristes, graciosos, viajeros y vergonzosos. Hay recuerdos fríos, perezosos, aventureros, dulces y amargos. Hay recuerdos suaves, claros, borrosos, lejanos y recientes. Hay recuerdos dolorosos, hermosos, lluviosos, calurosos y hasta con osos. Hay unos que no se pueden ir y recuerdos de ningún recuerdo, que se mezclan con sueños al dormir. Hay recuerdos de amigos, amigos que recuerdan, amigos escondidos, y recuerdos por venir. Cuando te sientas solo, triste u olvidado, que no te venza el sufrir. Recordá que alguien piensa en vos y entre hojas, con cariño, te susurra: ''Sonreí''.

lunes, 20 de febrero de 2012

Ese silencio...

Con la tecnología que nos rodea por momentos parece ser que perdemos algo de comunicación. En algún momento si querías hablar con alguien realmente hablabas por teléfono. Ahora los mensajes de texto e Internet reemplazan el verdadero ''escuchar'' lo que el otro tiene para decir. No estoy criticando. Yo hago buen uso de estos medios, y en ocasiones son sumamente útiles, pero sigo prefiriendo el sonido de la voz de la persona con la que quiero hablar, y si hay unos mates de por medio, mucho mejor. Sin embargo, y por más que se busque, no siempre es tarea sencilla hallar el momento para hacerlo. Entonces cobran sentido, de algún extraño modo, las pantallas y las teclas.

Parece estúpido estar frente a una pantalla y simplemente pensar, sin saber qué hacer, pero en alguna que otra ocasión el solo hecho de saber que alguien más está del otro lado, reconforta. Aunque no sea como estar juntos físicamente, con un poco de esfuerzo se puede adivinar a la otra persona escribiendo, e imaginando esa conversación en otro lugar y con esos mates; sentir sus silencios y sus pensamientos, de cierta forma, como si se estuviese cara a cara.

Y es super curioso caer en cuenta de todo lo que dice aquel silencio. Porque uno puede pasarse minuto tras minuto perdiendo la noción del tiempo tecleando y tecleando, sin decir mucho, pero ese silencio... En ese silencio tu cabeza trabaja como nunca, se cruzan un millón de cosas para decir que puedan dibujar una sonrisa, y eso te hace sonreír a vos. De la misma forma, ese silencio, esa pausa, quizás indica que a la otra persona le pasa exactamente lo mismo. Ese silencio conecta, une, a través de una pantalla. Qué loco, ¿no?

Más curioso es todavía, creo yo, que no hagan falta las pantallas. Por momentos al caminar solo por la calle, yendo a donde sea, puedo sentir a alguien al lado mío. A lo mejor no, y es pura imaginación o locura, pero me gusta pensar que así es. Me gusta olvidarme de todo el aparatejo e incluso de todas las razones que evitan ese encuentro con la persona que quiera ver, y hacer de cuenta que estamos conversando en cualquier momento del día, en cualquier lugar, y sobre cualquier cosa. Me gusta encontrarle el sonido y la música de fondo al mundo.

Soy raro, lo sé. Disfruto mucho de realizar diferentes y extraños planteos acerca de todo lo que pueda, para intentar alcanzar una visión más amplia de la vida. Eso provoca, muchas veces, que mis ideas no estén de acuerdo con las del común de la gente. Por ejemplo, muchas veces he escuchado, e incluso dicho yo mismo, que es muy importante saber que, para ayudar o querer a otras personas, hay que estar bien y quererse uno, en primer lugar. Sin embargo, hace poco me di cuenta que realmente no creo eso, sino que estoy convencido de que, al contrario, para poder estar bien y amarse uno, es necesario amar a los demás. Tengo la certeza de que uno puede encontrarse a sí mismo únicamente en la mirada de alguien más. Así es que la razón por la cual podemos ver nuestro reflejo en los ojos de otras personas, es porque realmente estamos ahí, dentro suyo, y ellos dentro nuestro.

Supongo que de esta manera cobra algo de sentido el poder sentir (o aunque sea, creer sentir) lo que otro siente o piensa, incluso estando separados físicamente. A lo que le llamamos intuición, o simple impresión, es en verdad común-unión. Por lo tanto, puedo asegurar que, haya o no pantalla y teclado, haya o no un encuentro cercano, haya o no una llamada telefónica, alguien allá afuera encuentra luz y calor (o una suave lluvia que acaricia) al pensar en mí, porque yo encuentro eso mismo al pensar en personas que no me hacen sentir amado, sino que me hacen saber amado, y así iluminan mi vida, día a día.

Ni una carta, ni una sonrisa, ni una lágrima; ni un regalo, ni un abrazo, ni el insomnio de los dos. Sólo necesito, y digo todo en una rima, oír en el silencio el sonido de tu voz, que brota de tus ojos, huele a flores en otoño, acaricia en un suspiro y sabe un poco como amor.

lunes, 13 de febrero de 2012

Amar a un Ángel no es cosa fácil

Frente a una curiosa pero muy interesante propuesta, me encontré estrenando un blog que había creado hace algunos años y jamás había usado. Sepultado en él encontré un borrador que había olvidado por completo. Me pareció fascinante. Siempre es bueno encontrar recuerdos de cosas que muestran mucho de uno y nos permiten evaluar un gran crecimiento desde el momento en que lo vivimos, ¿no les parece?

----------------------------

13/01/08

No sé si vas a leer esto. Honestamente lo dudo, pero si llegas a pasarte, si tenés algo de tiempo, por favor leelo, hasta el final en lo posible.

Sé quien sos desde Agosto o Septiembre del 2006.

Te conozco desde Agosto o Septiembre del 2007.

Hoy por hoy estoy aburrido. Mandé un par de mensajes para ir a la playa sabiendo que no estaba con ánimos de ir, pero bueno, pensé que yendo quizás algunos amigos me iban a animar. No se dio para ir a la playa. Por algo será.

Le mandé un mensaje a una amiga para ver de hablar. Quizás ella me podía animar. Pero no se dio; no vino a casa. Por algo será.

Así es que, bueno, acá estoy, pelotudeando. Tuve pocas sonrisas hoy. El único que me sacó algunas fue mi hermanito (como siempre digo, mis hermanos son lo mejor que tengo). Me sentí cansado todo el día; fui a misa y lo disfruté; me pude acordar con cierta añoranza de la fecha de mi bautismo (31 de marzo de 1991), pero la melancolía ya me había agarrado desde antes de ir, y pensaba, ¿no? Todo el tiempo pienso. Pienso demasiado llego a creer. Pienso y no vivo. ¿No vivo?

Generalmente con todas las cosas que hago no tengo tanto tiempo para pensar. Porque soy así; no sos la única que se carga y recarga con cosas. Me gusta creer que tengo una vida plena pero, ¿cómo puede ser plena si zimplementefeliz no puede ser plenamentefeliz?

Y, ¿por qué no puedo ser plenamentefeliz? Porque me faltás... O mejor dicho, estás, pero no para mí, que es peor que si me faltaras. Porque me sentía diferente antes de conocerte, antes de esas sonrisas, antes de esos comentarios aquel domingo lluvioso:

-Ay, saliste lindo en la foto.

-Uy, palazo - dijo un amigo, y reía con esa risa picara suya.

Entonces yo había pensado en decirle: ‘’Boludo, somos amigos nada más’’, pero surgió esa pregunta en mi cabeza: ¿somos amigos nada más?

Y traté de seguir con mi vida nomás. Estaba empezando a olvidarme de un dolor de cabeza. Estaba con muchos otros encima, sí, pero estaba tranquilo, dentro de todo. Sin embargo, de a poco te abrías paso en mí…

¿Cómo empezaste a entrar? Con esas sonrisas; ese ‘’ay, esa cara’’; esas caritas sonrojadas por chat… Yo te advertí que por más que me encanta que me manden esas caritas, me hacen maquinarme al pedo. Pensé que estando advertida ibas a dejar de hacerlo, y yo iba a poder seguir tranquilo, quitándome los dolores de cabeza de a uno. Pero no dejaste de hacerlo, y eso me hizo maquinarme más.

Esos ''soñé con vos'' me mataron. A partir de ahí fue que se me cruzó una vaga idea, pero seguía pensando: ''bueno boludo, esto de ilusionarte al pedo siempre te pasa; por ahora vos tranqui, hacé tu vida y no pienses en chicas''. E increíblemente me estaba convenciendo. Pero encontraste la forma de que todo pensamiento racional se fuera al carajo.

En ese Noviembre tan cargado de cosas que tuve, me hiciste pasar algunos días sintiéndome realmente querido. ¿Cómo? No estoy seguro, pero es tu forma de ser. Ya te lo dije, para mí sos un ángel. Y yo seguía pensando, solo por las dudas:

-Vos tranquilo Vi. Ya sabés que si te ilusionás ésto puede terminar mal, como siempre.

Entonces yo sólo ''te seguía la corriente''; una corriente amistosa y cariñosa. Después de todo en el 2007 dejé salir mi ''yo cariñoso''. Pero (siempre hay peros); pero esa noche…

Todavía me acuerdo. Los dos sentados en un pasillo; yo te abrazo; hablamos tranquilos, en voz suave; yo estoy cansado, y obviamente vos más; y no se cómo surge el tema, pero agarrás y me decís algo así como:

-Perdón, es mi culpa. Yo empecé, pero no puede pasar nada porque yo tengo 18 y vos tenés 16.

¿Para qué? Te juro que hasta ese momento yo estaba ''tranquilo'', pero por alguna razón eso medio como que dolió. Y ahí apareció de nuevo esa pregunta: ''¿somos amigos nada más?'' Justamente porque dolió, es decir, ALGO sentí. ALGO me hiciste sentir…

Después estaba todo bien, casi. O sea, yo entendía lo que me habías dicho, pero algo raro estaba empezando a pasar, aunque quizás sólo fuera el hecho de que me habías hecho sentir plenamentefeliz por primera vez en la vida.

En la semana mensajes... Y uno que decía: ''¿qué es lo que te pasa conmigo?''

¿Qué voy a pensar ahí? ''Mierda, ya la cagué''.

Así fue, de hecho, porque después me dijiste que querías hablar conmigo. Pensé que podría llegar a ser algo bueno, pero cuando por fin hablamos me pediste perdón de nuevo y me dijiste que me había imaginado todo…

Tal cual: ¡AUCH!

Así que me había imaginado todo... Eso me puso a pensar más. Peor todavía, porque entre que yo pienso demasiado, ese ''más'' me hace más mal. Pienso y pienso. ¿Me imaginé todo? ¿Me imaginé aquella sonrisa y esa respuesta a mi pregunta:

-¿Dónde voy?

-Conmigo, de una – me dijiste.

¿Me imaginé esos detalles que me marcaron? ¿Me imaginé ese mensaje que decía: ''ay, Víctor, Víctor… ¿Por qué miércoles tenés que tener 16?'' O ese otro que todavía tengo guardado y que no sé si viste el otro día:

-Gracias Víctor, en serio, por todo. ¡Sos tanto para mi pendejo! Nunca cambies. Nunca te olvides que estoy siempre. Y nunca te olvides lo mucho que te quiero.

''Nunca olvides que estoy siempre''. Y sin embargo, si bien no termino de entender qué fue bien lo que pasó (aunque seguramente fue que me apuré, o algo así), al final no estuviste siempre. Porque al tiempito, cuando yo ya me había decidido a decir

-Bueno, ya la cagaste para el ''algo más''. Al menos mantenela como amiga; tratala como amiga.

y a ponerlo en práctica, me desadmitiste. Sigo sin saber por qué. Ojalá algún día me lo expliques…

En fin, es así. A mí nunca me pueden pasar tantas cosas buenas juntas. No puedo llegar a ser plenamentefeliz. A lo sumo puedo olvidarme de los problemas, como me pasó gracias a vos.

Ahora estamos que ''somos amigos nada más'', pero ya no es como antes. Es decir, ¿somos aunque sea amigos? Porque yo te siento distante.

Y sí, ya me di cuenta de que un nene (porque intento divertirme; porque intento darle sabor a la vida; porque quiero tener esa sabiduría de niño; porque la flasheo como nadie más; porque quiero jugar, aunque siempre pierda) grande (porque siempre me dan tu edad; porque dicen que soy maduro), pero chico (porque soy más chico que vos), no puede estar con una chica más grande, de facultad, que para colmo es madura. Así que trato de ser tu amigo. Será por algo…

¿Será por algo? Yo creo que ahora estoy como volando con alas que me da la vida (porque sin duda es por la vida que te conozco) y estoy tratando de encontrarte. Pero no sirve de nada, porque no creo que me vayas a dejar aterrizar en tu corazón…

Volviendo a una de las primeras preguntas de este delirio de hoy, ¿vivo? Porque siento que me estoy muriendo. Me estoy muriendo porque estoy viviendo sin vivir; porque estoy viviendo amando. Y uno piensa que el amor no puede lastimar pero, ¿acaso nadie piensa que uno puede saturarse de amor si no tiene a quien entregarlo? Y quizás algún día explote y termine desparramando ese amor donde no corresponde, equivocándome…

¡Ni hablar! Puede ser que me esté equivocando con vos también. Pero por alguna extraña razón creo que para vivir hay que arriesgarse, y creo que vale la pena arriesgarme por vos…

El único tema acá pasa por si yo valgo lo suficiente o no para vos como para que te arriesgues.

Me gusta pensar que sí…

----------------------------------

Está de más decir que este brutal ataque a la pobre chica no tuvo respuesta aquel día. Vale la aclaración: hoy en día somos buenos amigos. Ahora bien, aunque no resurja aquel extraño sentimiento, supongo que algunos viejos amores (o desamores) saben traer algún recuerdo en el momento preciso, y nunca pierden del todo su dulzura.

Amar a un ángel no es cosa fácil.

lunes, 6 de febrero de 2012

Al Final

Guerra; odio; sangre; gritos; llantos; homicidios; secuestros; discriminación; indiferencia; discordia; tristeza; peleas; dictaduras; armas; dolor; suicidios; violaciones; abortos; soledad; discusiones; enemistad; torturas; desapariciones; egoísmo; soberbia; asaltos; corrupción; genocidios; violencia; adicciones; orgullo; golpes; agresión; depresión; impaciencia; desconfianza.

Neumonía; malaria; paludismo; mal de Chagas; locura o demencia; Alzheimer; Parkinson; esquizofrenia; anorexia; hedonismo; cáncer; sida; y un sinfín de enfermedades impronunciables.

Niños con hambre; indigencia; desempleo; divorcios; viudos y viudas; huérfanos; niños llorando bajo una mesa preguntándose cuándo se detendrán los gritos; madres desesperadas al mirar las cuentas que muy difícilmente puedan llegar a pagar; jóvenes con hambre agrediendo a personas que les negaron una moneda; alcoholizados destrozando coches y casas; otros escrachando monumentos; llantas quemadas en medio de la ruta; bosques que no volverán a crecer; pinguinos y muchos otros animales empetrolados y condenados a muerte por algún descuido; embriones irradiados por alguna explosión nuclear de hace muchos años; pobreza económica y peor, de corazón.

Alguien parado en la punta de una escollera, al borde de un puente, o a punto de tirar del gatillo preguntándose si alguien lo extrañará; dos amigos corriendo hacia un alambre de púas mientras granadas y tanques, o el napalm, les vienen encima; injusticia e impunidad; otro accidente de auto que se lleva alguna vida; cascotazos y avalanchas en un estadio; niños de cualquier edad obligados a ver pornografía en todos lados; niñas obligadas a la prostitución.

Traición; tergiversación de acciones y palabras para el propio provecho; egocentrismo; un padre o una madre que proyecta sus sueños y frustraciones sobre su hijo o hija; una mirada prendida fuego en un rostro rojo de ira que no se puede olvidar; falta de respeto; falsedad e hipocresía; envidia y celos extremos; obsesión; anestesia social; falta de identidad cultural; ancianos maltratados en una sala de hospital; personas que jamás llegan al hospital por culpa de la impuntualidad o la negligencia; profesores enseñando a no pensar; privación del derecho a soñar; dos amigos de toda la vida que se dejan de hablar por un malentendido o lavado cerebral; idiotez masiva y desviación de la atención para que algunos hagan lo que quieran con la nación.

Quema de libros, cuadernos, escuelas y personas; explotación indiscriminada de maravillas naturales que tardaron milenios en formarse; ataque a la dignidad humana, en cualquiera de sus horribles formas; falta de compresión; secretos y verdades escondidas; miedo a hablar, abrazar, jugar o reír; personas que buscan erróneamente la felicidad propia hiriendo a los demás o a alguien en particular; tantas cosas más que mi cabeza no puede abarcar o escribir.

Y al final, el Amor es más fuerte.