lunes, 20 de agosto de 2012

Palabras

Iba un hombre caminando su trayecto de todos los días, pero había algo diferente. Quizás una buena noche de sueño, un reconfortante desayuno o algo en el beso de ''buena suerte'' de su mujer había transformado, por esta vez, su mirada sobre el mundo. A medida que avanzaba se iba sorprendiendo al toparse con carteles que nunca había podido reconocer del todo. Nombres de calles, publicidades, algunas señales de tránsito y alguna calcomanía pegada en el parabrisas de uno que otro auto. Descubrió, para su propia sorpresa, que las palabras no son solamente un conjunto de letras, sino que encierran una historia y un misterio más grande del que muchos aprecian...

Las palabras tienen vida. Hay palabras complicadas, simples, bellas, feas, poco usadas, comunes, suaves, fuertes, dulces, amargas, alegres, tristes, largas, cortas, impronunciables. Hay palabras que se esconden y palabras que mueren, algunas que se parecen y otras que nacen de forma curiosa. Las palabras tienen vida y, sin embargo, a veces lo olvidamos.

De tan acostumbrados que estamos a usarlas para comunicar lo que queremos expresar, podemos perder de vista el verdadero significado que tienen, o el mensaje que recibe quien las escucha. Para algunos, las palabras que se escogen son muy importantes. Y es que no es lo mismo pedir perdón que pedir disculpas; no es lo mismo sentir culpa que arrepentimiento; no es lo mismo olvidar que pasar por alto; no es lo mismo ''¿cómo estás?'' que ''¿qué hacés?''; no es lo mismo reír que sonreír; no es lo mismo llorar que lagrimear; no es lo mismo tener ganas que soñar; y sobre todo, no es lo mismo un ''te quiero'' que un ''te amo''. Es decir, quizás en otro idioma se pueda usar la misma palabra pero, al igual que las personas, cada palabra tiene una razón de ser y por tanto se las debe respetar.

Para empezar, es necesario buscar conocerlas, aprenderlas, saber cómo se pronuncian y como se escriben. De la misma forma que una amistad requiere un cierto tiempo de maduración y algunas experiencias en común para que la relación crezca y se genere un vínculo de confianza entre quienes la componen, uno no puede pretender usar palabras cuyo significado y/o naturaleza desconoce. Asimismo, como no es recomendable encerrar a una oveja y un lobo juntos en un cuarto, si se quiere sacar fruto de ambos, hay palabras que no corresponde usar en una misma oración. Muchos no se percatan de esto hasta que es muy tarde y terminan contradiciéndose a sí mismos o cayendo en desagradables e innecesarias redundancias.

Por otro lado, son también, como nosotros, seres sociales. Más allá de la riqueza que puede tener cada palabra por su cuenta, aumentan ese exquisito sabor cuando se combinan con otras para formar oraciones. Son pocos (y yo estoy muy lejos de incluirme entre ellos) los que logran armar oraciones PERFECTAS que resultan verdaderamente bellas, con todo lo que implica la palabra.

Lo mismo nos sucede a nosotros. De hecho, pasamos nuestros días buscando armar una frase que pueda expresar el sentido de nuestras vidas en plenitud. Y, sin embargo, en ocasiones nos quedamos sin palabras...

¿Qué representará el quedarse sin palabras? Yo creo que es tener el corazón y la mente impactados por algo que sobrepasa nuestro entendimiento. En este tipo de situaciones, uno puede llegar a sentirse avergonzado por su ignorancia, si se quiere, pero al contrario, debería regocijarse por descubrirse ante algo nuevo, desconocido, inesperado, que aparece para pasar a formar parte de si.

Las palabras tienen vida y llevan vida a quien se abre a su misterio. Es tan simple como que un ''te quiero'' no es lo mismo que un ''te amo'' y decir ''mi vida es tuya'' es más que unas palabras...