El
25 de septiembre a la noche, en los quince de Micaela, iba todo muy bien
hasta que llegó la hora de que ella entrara al salón. Cuando se prendieron
las luces para entrar, se produjo un apagón de luz. Su abuela Marta
había llevado un regalo, que era un collar de oro. Por suerte, el
dueño del salón pudo arreglar la electricidad en diez minutos, así que cuando entró
Micaela todos la saludaron, se emocionaron y todo eso, pero cuando
iba a darle el regalo, la abuela se dio cuenta que faltaba el collar. Ella no le dijo nada por que no quería arruinarle la noche. Al
otro día, la abuela le contó. Hicieron una reunión para ver si
alguien lo había visto. Nadie dijo nada, pero sospechaban de los
familiares.
Contrataron a un detective: Mr. Matías. L, que empezó a investigar por los primos, hermanos y tíos.
Investigaron a Manuel su primo; Gastón, su otro primo; a Julián, su hermano; a Martina, su hermana de corazón y así a toda la familia. Este detective se dio cuenta que Manuel y Gastón se notaban nerviosos, por lo que el detective los investigó más profundamente.
Al tiempo, Gastón no aguantó más de mentir y dijo toda la verdad: que cuando se apagaron las luces, Manuel aprovechó y sacó el collar de oro. Pero Manuel, a esa altura, ya lo había empeñado en la joyería de Luro y San Juan.
Los padres de Manuel se enojaron y lo hicieron trabajar hasta que juntó suficiente dinero y compró el collar. Luego lo llevó y se lo devolvió a su abuela. Ella se puso contenta pero no mucho, por que seguía enojada. Sin embargo, los padres de Manuel lo perdonaron por que son los padres y lo quieren mucho.
Contrataron a un detective: Mr. Matías. L, que empezó a investigar por los primos, hermanos y tíos.
Investigaron a Manuel su primo; Gastón, su otro primo; a Julián, su hermano; a Martina, su hermana de corazón y así a toda la familia. Este detective se dio cuenta que Manuel y Gastón se notaban nerviosos, por lo que el detective los investigó más profundamente.
Al tiempo, Gastón no aguantó más de mentir y dijo toda la verdad: que cuando se apagaron las luces, Manuel aprovechó y sacó el collar de oro. Pero Manuel, a esa altura, ya lo había empeñado en la joyería de Luro y San Juan.
Los padres de Manuel se enojaron y lo hicieron trabajar hasta que juntó suficiente dinero y compró el collar. Luego lo llevó y se lo devolvió a su abuela. Ella se puso contenta pero no mucho, por que seguía enojada. Sin embargo, los padres de Manuel lo perdonaron por que son los padres y lo quieren mucho.